El Estado y la política fiscal
Preguntas tipo test:
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Dinero, poder, envidia y avaricia: dinero, poder y corrupción siempre han ido de la mano, no es nada reciente. Julio César llegó al poder gracias al rico Marco Licinio Craso (personaje que aparece en Espartaco). Buena parte de su fortuna que amasó (por ejemplo, con casas de prostitución) fue invertida con fines políticos, extendiendo las clientelas populares y facilitando préstamos a familias nobles en difícil situación económica. Ayudó a Julio César a llegar al poder gracias a lo cual, consiguió importantes contratos públicos, como la brigada de bomberos. El beneficio era fácil: se fijaba en una propiedad interesante y le prendía fuego. Allí acudía su brigada. Si en ese momento, los dueños le pagaban, sofocaban el fuego. Si no, dejaba que ardiera, compraba el solar a bajo precio y construía una nueva propiedad para ser revendida.
Pero este personaje tuvo un castigo poco deseable hasta para alguien como él. Accedió al triunviarato junto a César y Pompeyo. La envidia que las victorias que sus colegas tenían, le corroía profundamente. Decidió de su bolsillo costear una expedición militar contra los indomables partos. Así en el año 55 a. C., tras dos años de esfuerzos y preparación, se lanzó a la carga con un ejército compuesto por siete legiones, es decir unos 35.000 soldados más los auxiliares. El ejército fue aniquilado (20.000 muertos) debido a un error táctico del propio Craso. Craso se vio obligado a negociar con sus enemigos para buscar una salida al desastre, aunque fue capturado y ejecutado haciéndole tragar oro fundido.
La envidia y la avaricia fue su propia perdición y la causa de su muerte. Más irònico fue morir relleno de oro. Desde entonces, se acuña la expresión 'craso error' para referirse a un error garrafal.
